10 Hijo mío, si los pecadores quieren engatusarte,
¡dales la espalda!
11 Quizás te digan: «Ven con nosotros.
¡Escondámonos y matemos a alguien!
¡Vamos a emboscar a los inocentes, solo para divertirnos!
12 Vamos a tragarlos vivos, como lo hace la tumba;
vamos a tragarlos enteros, como a quienes descienden a la fosa de la muerte.
13 ¡Piensa en todas las grandes cosas que conseguiremos!
Llenaremos nuestras casas con todo lo robado.
14 Ven, únete a nosotros;
entre todos compartiremos el botín».
15 ¡Hijo mío, no vayas con ellos!
Mantente alejado de sus caminos.
Proverbios 1:10-15 (NTV)
Este pasaje de Proverbios es impactante, pues describe de una forma muy explícita la intención que tiene un grupo de personas, los denominados “pecadores”, de obtener satisfacción, diversión y bienes a costa de otros, llamados “inocentes”. En primer lugar, vemos cómo los pecadores hacen una invitación: “ven con nosotros”, y seguido a esto, detallan claramente lo que pretenden hacer con los inocentes, declarando que los maltratarán y emboscarán, que los tragarán vivos y enteros, solo por diversión. Más adelante, continúan diciendo que robarán y llenarán sus casas con el botín, el cual será compartido por este grupo, que al parecer, se mantiene unido para realizar toda clase de acciones malvadas y está en búsqueda de nuevos integrantes.
Al leer las acciones descritas en el pasaje pueden generar una reacción de alejamiento inmediato en algunas personas, sin embargo, uno de los detalles que llaman mi atención es la frase del padre que advierte: “si los pecadores quieren engatusarte” o en otras versiones, “tentarte”. Esta simple y sencilla frase nos muestra que hay una posible atracción por este tipo de invitaciones, por lo que el padre se ve en la obligación de advertirle a su hijo sobre la clase de invitación que le haría este grupo, que aunque parezca extraño, podría atraer su corazón. Durante diferentes momentos, estuve meditando acerca de lo que significa para la vida esta situación, y hubo algo que vino a mi mente: hay aspectos importantes para el corazón del hombre en dicha invitación que sobrepasan la gravedad evidente de los actos que se harán, generando total atracción e incluso, la intención de hacer parte de ellos.
El primero de estos aspectos es la sensación de aceptación, pues a la persona invitada la están haciendo parte de un grupo y, seamos sinceros, todo ser humano tiene una atracción natural por sentirse incluido. Segundo, hay una invitación de comunidad, el hecho de hacer parte de un grupo, viviendo en pro y como beneficiario de este, es otra de las características que agrada el corazón del hombre; y tercero, en medio de ser parte de dicho grupo, hay una intención de diversión. Tres aspectos importantes para el corazón del hombre que lo tientan y que, sin notar la trampa, lo llevan a obtenerlos sin importar la vida de otras personas, que en este caso son llamadas “inocentes”. ¡Qué débil puede llegar a ser nuestro corazón ante la inclusión, la aceptación y la diversión! Y que graves acciones se pueden derivar a partir de obtenerlas en mala compañía, sin criterios sanos y bajo cualquier precio.
¿Qué sensaciones te provoca este texto? Pensando en esto, he podido identificar esta situación con dos aspectos que han hecho parte, me atrevería a decir, de la vida de todas las personas: el bullying y el chisme. ¿Acaso esta descripción no es la forma en la que muchas veces hemos hecho parte de estos dos males para nuestra comunidad? Inicia con una invitación que, evidente o no, cedemos ante ella con tal de sentirnos incluidos y aceptados, para luego, poco a poco, empezar a comportarnos de la misma manera en que actúa este grupo, siendo beneficiarios y aportantes al mismo, pasando por encima de la vida de las personas y obteniendo satisfacción a costa del otro. Muchas veces, sin darnos cuenta de lo que realmente estamos haciendo, nuestro corazón se empieza a llenar de identidad y de valor con las cosas que vamos haciendo y nombrando a costa de la persona, aquella a la que en grupo nos estamos refiriendo.
Todo esto, en varias ocasiones pasa por desapercibido en nuestra conciencia, ya que las sensaciones de inclusión, comunidad y diversión llenan nuestro corazón, por eso nos cuesta identificar el daño que podemos estar haciendo a otros, y todo el que nos estamos haciendo a nosotros mismos. Aunque al burlarnos de alguien más nos podamos sentir fuertes, mejores y/o superiores, con este ejercicio vamos teniendo más afinidad con el grupo y vamos llenando nuestro corazón, o como dice el versículo 13 “nuestra casa”, para que, al final de cuentas, acabemos nuestra conversación o nuestra acción y dejemos la puerta abierta para la próxima oportunidad de llenarnos en “comunidad”(vs.13), sin tener en cuenta los resultados considerablemente dañinos que caen sobre la persona que es objeto de dichas acciones.
Qué impactante ¿Verdad? Con esto no quiero traer condenación ni juicio sobre nuestras vidas, solo quiero que reflexionemos en dos cosas:
La primera, en lo que significaban los grupos para Jesús: una oportunidad de generar inclusión y comunidad, para así alcanzar al mundo y llevarle la vida y la esperanza que solo Él puede dar, obteniendo también diversión pero sin pasar por encima de las personas. Ahora, ¿En dónde y a costa de quién estoy satisfaciendo mi necesidad de sentirme incluido y divertirme? ¿He considerado que la vida que Jesús da también ha de reflejarse en mis relaciones?
La segunda, es que juntos podamos pensar acerca del tipo de personas con las cuales nos estamos rodeando, ¿Cuál es la invitación que estoy recibiendo en el trabajo, en el colegio, en la universidad y en la iglesia? ¿A dónde llevan sus invitaciones y cuáles son los resultados que dejan en las personas y en mí? ¿Estamos causando daño a los demás?
Espero que está reflexión sea un motivo para acercarnos más al Señor, tomar decisiones con Jesús hacia las invitaciones que estamos recibiendo y ¿Por qué no? Generar grupos de inclusión, comunidad y diversión que vayan de la mano con los valores que nos enseña Jesús. Pero sobre todo, que recordemos que ante las invitaciones que nos hacen para pasar por encima de otros, el consejo del padre de este texto es: “Mantente alejado de esos caminos”.
Juan David Nieto
Coordinador de Bachis
Muy acertado
Super Juanda… muy oportuno!!